jueves, 18 de octubre de 2012

DIALOGOS II


6:45 A.M. El sol comienza a salir. La mañana se presenta fresca, enfilo hacia mi siguiente destino. A lo lejos se asoma el viejo y robusto árbol de la Plaza María Agustina. Conforme avanzo, ahí estás tú como cada mañana, esperando mi llegada...
- Hola hermosa, ¿cómo estás?
- Bien guapo y tú.
- Bien, ya sabes que sobrevivo y sigo mi destino con dignidad. Hoy me siento un poco más sucio, me siento infiel. Tú, sin embargo, igual que todos los días, igual de fuerte, igual de sobria.
- Bueno amigo, ya sabes que aquí estoy para escucharte y acompañarte como todos los días.
- Sabes que pienso en tí muchas veces, te admiro la capacidad que tienes de escucharme, de saber mis pensamientos, mis sueños. En ocasiones siento celos de tí, pues sé que no soy el único del que conoces la vida y secretos, por lo que también me eres algo infiel.
- Bueno cariño, es mi destino en la vida. Me dieron la labor de escuchar, comprender y ser el pasatiempo de muchos.
- Tú eres parte fundamental de mi vida diaria. En ocasiones nadie nos escucha, incluso muchos ni siquiera nos ven, pasamos desapercibidos. En cambio tú... Mi primera colilla de la mañana tiene un sabor especial junto a tí. La fuente es más bella, y la plaza se ve enorme como tú.
- Me alegran y alaban tus comentarios. Por cierto, te veo un poco más disgustado que otros días.
- Pues ya sabes, nos siguen recortando y cada día somos más. Día tras día conozco a nuevos miembros del club de la calle. Tu hermana es como un monstruo de mil cabezas que lo consume todo a costa de lo que sea. Se ha tragado ya sanidad y educación, y parece que ahora va a por los ancianos, aunque su Protector dice que no los tocará. En cambio, tú...
- Para, para, que me alabas mucho...
- No, guapa. Tu eres otra banca, tú eres nuestro consuelo, nuestra compañera de sueños y ocios, de amor y desamor. Tú siempre fuerte y firme sobre tus pies. Sin tí mi vida estaría vacía y viviría eternamente agotado. Bueno guapa, te dejo.
- Adios cariño. Mañana como todos los días te estaré esperando para hablar.
- Sí, lo sé. Es lo único de lo que en este momento estoy seguro, que mañana estaras aquí.

Adiós banca, mi banca.
                                                                                                                                                Roberto F.


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