"MI TECHO... EL CIELO"
Uno,
en su juventud, comienza a leer poesía. Y eso es maravilloso. Después, con el
tiempo averigua que el placer es multiplicado cuando la lectura se produce en
voz alta. Y ya en un estado más avanzado de esa madurez literaria, se da cuenta
que añadiendo la música adecuada, la poesía se convierte en un verdadero y sano
vicio del que ya nunca se podrá desprender.
En
el último taller de poesía realizamos esa práctica. Simulando el programa de
radio que dirigí durante tres años en “Radioonda”, hemos recitado con fondos
musicales y hemos ingerido melodías que nos han hecho pensar sobre lo que
habíamos leído.
Siempre
que voy al albergue disfruto con lo que hago, pero hoy ha sido algo especial. Los
lectores han ejecutado su lectura con la parsimonia que la música les
demandaba. Los cuentos y poemas elegidos
tenían muchas enseñanzas y la carga emocional ha sido incrementada con el
vibrar de las voces que les han dado vida.
Un
poema del paso del tiempo. Uno reclamando la igualdad entre seres humanos. Una
nana a un niño pobre. Un poema a una amiga. Otros que nos explicaban como hacer
un postre o un talismán. Y dos lecturas que si cumplimos a rajatabla pueden
facilitarnos la felicidad absoluta. Un buen menú, ¿ no creéis?
Al
finalizar, ya fuera del aula hemos seguido hablando entre bocadillos y café de
cosas que se escapan a los sentidos. Esas cosas que nos hacen llamarnos “seres
humanos”.
Hace
años cuando hice mi programa de radio lo llamamos “El perdón de las palabras”,
si hoy hubiese tenido que bautizarlo de nuevo lo hubiese llamado “Mi techo...el
cielo”.
Si
dentro de tres o cuatro días, alguien de los presentes en el taller recuerda
por lo menos una de las palabras que hemos dicho (y sé que va a ser así), mi
trabajo habrá valido la pena.
Gracias
chicos.
Javi Aguilella
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