miércoles, 9 de mayo de 2012

"MI TECHO... EL CIELO"


Uno, en su juventud, comienza a leer poesía. Y eso es maravilloso. Después, con el tiempo averigua que el placer es multiplicado cuando la lectura se produce en voz alta. Y ya en un estado más avanzado de esa madurez literaria, se da cuenta que añadiendo la música adecuada, la poesía se convierte en un verdadero y sano vicio del que ya nunca se podrá desprender.
En el último taller de poesía realizamos esa práctica. Simulando el programa de radio que dirigí durante tres años en “Radioonda”, hemos recitado con fondos musicales y hemos ingerido melodías que nos han hecho pensar sobre lo que habíamos leído.
Siempre que voy al albergue disfruto con lo que hago, pero hoy ha sido algo especial. Los lectores han ejecutado su lectura con la parsimonia que la música les demandaba. Los cuentos y  poemas elegidos tenían muchas enseñanzas y la carga emocional ha sido incrementada con el vibrar de las voces que les han dado vida.
Un poema del paso del tiempo. Uno reclamando la igualdad entre seres humanos. Una nana a un niño pobre. Un poema a una amiga. Otros que nos explicaban como hacer un postre o un talismán. Y dos lecturas que si cumplimos a rajatabla pueden facilitarnos la felicidad absoluta. Un buen menú, ¿ no creéis?
Al finalizar, ya fuera del aula hemos seguido hablando entre bocadillos y café de cosas que se escapan a los sentidos. Esas cosas que nos hacen llamarnos “seres humanos”.
Hace años cuando hice mi programa de radio lo llamamos “El perdón de las palabras”, si hoy hubiese tenido que bautizarlo de nuevo lo hubiese llamado “Mi techo...el cielo”.
Si dentro de tres o cuatro días, alguien de los presentes en el taller recuerda por lo menos una de las palabras que hemos dicho (y sé que va a ser así), mi trabajo habrá valido la pena.
Gracias chicos.
                                          Javi Aguilella 

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