LA SOLEDAD DE... "LOS QUE LO TENEMOS TODO"

Puedo entender cómo os sentís, porque a mi también me ha ocurrido en muchas ocasiones. Sentirme sola cuando estoy rodeada de mucha gente, puede haber a tu alrededor miles de personas y sentirte el más insignificante del planeta. Es una sensación extraña e incluso dolorosa, que te oprime el pecho, que te va dando pequeños pellizcos en el corazón, que te va cortando la respiración...

La soledad es hermosa, cuándo es uno mismo el que la busca, todos necesitamos de momentos de soledad, de nuestros pequeños espacios, de nuestras pequeñas cuevas para esconderos cuándo no queremos ser vistos, para así poder luchar contra los demonios que nos asaltan, los demonios de la duda, de la inseguridad, del miedo...

Pero esa soledad que la sociedad nos inflinge, es la que me da miedo, la que no puedo entender, la que me cuesta aceptar. Una soledad que en muchas ocasiones es sinónimo de orgullo, de prepotencia, de sentirnos superiores a los demás.

Es difícil vivir nuestra situación, es complicado llegar entender cómo os sentís, lo que pensáis, cómo lucháis contra vuestros propios demonios, es difícil ponernos en vuestra piel, aunque en algunas ocasiones creamos que estamos muy cerca de vosotros, pensamos que al compartir con nosotros vuestras vivencias, ya formamos parte de ellas, ya podemos entenderos... ¡que lejos estamos de entender!.

Nadie que no haya experimentado lo que vosotros vivís, día a día, tiene derecho a juzgar tan alegremente vuestra vida en la calle, es demasiado fácil ser juez y jurado, sin haber pasado por vuestras vidas.

Puedo entender vuestras miradas vacías, las sonrisas tristes, vuestros gestos cansados, vuestra soledad interna, que lleváis a cuesta como las tortugas llevan su caparazón, aunque sea de forma muy remota, os puedo entender, porque nosotros, "los que tenemos todo", también nos sentimos "SOLOS".

Lola (educadora del centro de día del albergue)