CASA ABIERTA VISITA EL ALBERGUE
Fachada de la entrada principal de Casa Abierta, en Zaragoza |
El pasado día 24 de
mayo tuve oportunidad de conocer el Albergue de Castellón. Fui invitado como
Coordinador de Casa Abierta, la sección de Baja Exigencia del Albergue
Municipal de Zaragoza. En realidad soy trabajador de la Obra Social de la
Parroquia Ntra. Sra. del Carmen puesto que nuestro servicio es una experiencia
compartida con el Ayuntamiento de Zaragoza.
Mi colaboración
consistió en aportar mi pequeño granito de arena desde mi experiencia en el
trabajo con personas sin hogar para participar en una sesión de formación que
la sección de Inclusión de Cáritas de Segorbe-Castellón había organizado.
Casa Abierta nació de
la necesidad de ofrecer una solución digna para un número de personas que habitaban en la ciudad
de Zaragoza cuya prolongada estancia en la calle y su alto grado de deterioro
urgían a ofrecer una alternativa adecuada. Por ello se habilitó un espacio del
Albergue Municipal donde, con la ayuda de un grupo de voluntarios, se ofrecen
en primera instancia las atenciones básicas de alojamiento y alimentación. Pretendemos que la permanencia en nuestro
servicio se prolongue lo máximo en el tiempo, estabilizando así situaciones
vitales complicadas y de grave riesgo para las personas.
Trabajamos para
recobrar la condición de ciudadano de la persona en situación de calle. En este
sentido, es fundamental la recuperación de una autonomía básica de nuestros
usuarios, favorecer la vuelta a la participación en la sociedad y el propiciar
el renacer de unas relaciones sociales positivas. Por ello, nuestra principal
tarea es acompañarlos, reconstruir su autoestima y facilitar su reintegración
en la vida social. En Casa Abierta el trabajo del voluntario conforma el primer
entorno afectivo y, a través de la relación, se intenta conseguir primeros
grados de socialización, sobre todo en aquellas personas de gran aislamiento o
grave trastorno mental.
Desde mi experiencia
en el trabajo de calle con personas sin hogar me pareció interesante
aportar alguna indicación de por qué las
personas sin techo son reacias a utilizar los centros de acogida.
Así, en primer lugar,
descubrimos cómo los problemas de autoestima, la creencia de carecer de valor,
el autocastigo que padecen estas personas, nos hace pensar que parte de nuestra
labor ha de ser hacerles sentirse
protegidos, sentirse alguien, miembros de un grupo social, que forman parte de
lo real.
Por otro lado en la calle existe cierto grado de
anestesia emocional que provoca desconfianza en los acercamientos, dificultad
de transmitir afecto positivo o carencia de algunos sentimientos. Es como si no
supieran manifestar algunas emociones,
el paso de los años ha hecho mella. La calle les absorbe, les atrapa, les abotarga.
La calle es muy dura. La soledad y el miedo están siempre presentes. Además, sin
horizonte no están dispuestos a ir superando un montón de dificultades para
iniciar un proceso de recuperación.
Por
ello, trabajar la motivación es fundamental y va estrechamente unida a la
creación y consolidación de unas relaciones sociales positivas. No todo deben
ser atenciones materiales. El trabajo con voluntariado resulta verdaderamente
interesante puesto que aporta una calidez, un trato amable y se pueden generar
cierto tipo de acercamientos o vínculos con la persona que los profesionales,
por su posición, no pueden.
La hora de la cena en Casa Abierta |
He
aprendido que las personas con las que trabajamos nunca dejarán de
sorprendernos. Por sus características singulares y por la gama de
potencialidades que nosotros debemos ser capaces de descubrir y desarrollar.
Jamás debemos dar a nadie por perdido o irrecuperable y ser especialmente
cautos al utilizar el adjetivo “crónico” cuando hablamos de situaciones
prolongadas en el tiempo. Nuestra mente debe estar atenta y abierta, utilizar
la empatía para entender cuan dura ha sido su vida. Aún así, nuestro enfoque
del trabajo a realizar con cada uno debe llevar aparejado un bagaje educativo
hacia la socialización y la asunción de deberes como cualquier otro ciudadano.
Discernir
qué es lo urgente y lo importante nos vendrá bien en situaciones de duda o
momentos de reflexión. Una persona
puede necesitar una ducha caliente, el techo o la comida. Pero antes, para esta
persona será más importante sentirse alguien para alguien. Volver a sentir que
su existencia importa a alguien. Recuperar la autoestima hacia uno mismo. Hay que singularizar frente a la invisibilidad
que impone la vida al margen, la vida del excluido. Volver a hacerles sentir
personas, “re-conocerlos” como tales, con nombre y apellidos. Pasar de los
estereotipos a conocer a las personas que hay realmente detrás. Y es a través de la relación con otros, otra vez,
cuando la persona vuelve a sentirse alguien.
He de agradecer que también a mí me ha aportado
muchas cosas esta visita al Albergue de Castellón. Por un lado siempre resulta
enriquecedor intercambiar experiencias, sentimientos, dudas, aspectos
innovadores, ideas creativas y cualquier otro tipo de cuestión para los que
trabajamos con este colectivo. También hubo ocasión para reafirmar nuestros
paralelismos y ratificar nuestros aciertos.
Especialmente interesante me resultó el trabajo que
se realiza en el centro de día y los
talleres de vuestro Albergue, ofreciendo una alternativa creativa a los
vacíos ratos de ocio que cada día acarrea, ofreciendo un lugar donde expresar,
sentir, aprender y sobre todo relacionarse de manera positiva. Todo ello unido
con una gran dosis de cariño aportado por todo el personal que allí trabaja o
colabora y que no pasa desapercibido en absoluto. Para mí eso es fundamental y
en vuestro Albergue ese ingrediente se encuentra en cada rincón, en cada
persona que forma parte de la idea.
Por otro lado, también volví a mi ciudad con una
grata sensación de estar avanzando en la misma sintonía, en la misma lucha, en
el mismo aprendizaje continuo. Trabajando, como vosotros hacéis cada día, para
aprender a dar las respuestas más adecuadas y más enriquecedoras para los
usuarios.
Personalmente todas las personas que asistieron a
esta jornada de formación y con las que
tuve ocasión de compartir un momento más o menos cercano, me hicieron sentir
como en mi propia casa y todos mostraron un gran cariño y una especial atención
para que mis horas entre vosotros fuesen realmente agradables. Quiero agradecer
desde aquí a todos los que acudieron a esta jornada por hacerme sentir uno más dentro
de vuestra gran familia.
Gracias a vosotros por contar conmigo. Hasta pronto.
Rafa Trívez Usón
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