Ayer visitó el albergue Mª del Carmen Querol Blanco, Concejala de Bienestar Social del Ayuntamiento de Castellón, para conocer de primera mano el trabajo que realizamos Cáritas. Gracias por mostrar esta preocupación por los más desfavorecidos, sobretodo por los que no tienen un hogar.

Os dejo un enlace a dos noticia, una de "elmundo.es" y otra de "elperiodic.com", que hablan sobre este hecho y del servicio que se presta desde este servicio:

http://www.elperiodic.com/castellon/noticias/143089_albergue-transeuntes-comedor-social-atendido-38300-servicios-durante-primer-semestre.html

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/28/castellon/1319802353.html

Que paradoja. Menuda elección. Una España tremenda. Los ricos cada vez más ricos y los pobres son más y más pobres.

Restaurantes de solidaridad, de dar aquello que da dignidad al hombre, un plato de comida caliente servido con una sonrisa y una buena dosis de cariño. Un segundo para escuchar y una carta abierta para escribir un deseo, una petición, una necesidad. No tiene parangón nuestro restaurante. El precio es la vida, la comida siempre insuficiente… pero el hombre protagonista, la persona que pasa por la puerta señor del plato, la mesa y el tiempo. Las hambres insaciables. Hambre de justicia y de dignidad que un plato de comida caliente sólo hace que brille con más fuerza su carencia. Unos macarrones con el agujero demasiado grande que no llenan el hueco del corazón roto por la calle de todos que sólo algunos pueden transitar sin mojarse y pasar frío. El postre que sólo es el billete de salida para un viaje a ninguna parte a continuar la búsqueda de un imposible cerrado por la lujuria de los de siempre. Pasa, no lo dudes si lo necesitas, siempre tendrás un sitio para sentarte, un pan multiplicado por la pericia y generosidad de unos pocos que dan su vida en ello.

Mantendremos abiertos nuestros restaurantes sociales mientras el cliente quiera, aquí siempre es el que manda, el que mira y pide. Encontraremos la manera de multiplicar los panes y los peces de cualquier niño generoso que quiera compartirlos. Seguimos un mandato de un experto en comidas que sabía multiplicar, que disfrutaba comiendo y que lo mataron por comer con los que nadie quería comer.

Nuestros clientes no son insaciables como otros que se comen hasta lo que no les pertenece, mojan en los platos de los otros hasta secarles la salsa de la vida. Tragones incansables de lo suyo, lo tuyo y lo mío. Normalmente acuden invitados por los otros, aprendices de glotonería que se conforman con las migajas. No se miran, no sonríen, no se hablan pero no paran de tragar, insaciables. Barrigas y carteras llenas del interés, las comisiones y el dinero de los otros. ¡Ya vale de comer, ya vale de comernos! 

David Oliver Felipo, amigo

"Todo grano hace granero" (refranero popular). "Tus acciones son simplemente una gota en el océano, pero sin esa gota el océano no sería el mismo" (Madre Teresa de Calcuta)...

¿Y todo esto con ocasión con que nos lo dices?, os preguntaréis.

Hace años que me di cuenta de que al trabajar/convivir con personas con pocos recursos, pero sobretodo con personas que viven en la calle, de nada nos sirve tener prisa. Lo importante es estar y, si podemos, acompañar a estas personas y con el tiempo, más tarde o más temprano, esperar a que se den frutos. De nada sirve intentar acelerar procesos o desesperarnos, porque nos habíamos propuestos unos objetivos que vemos que no avanzan...

Os podría contar más de un caso que he vivido que nos acerca esa realidad, donde lo único que vale es tener paciencia. Pero os voy a contar el último acontecimiento que me ha hecho pensar en esto: Hace unos días me toco hacer de peluquero. Una de las personas que atendí era un enfermo de salud mental (entre otras cosas en su diagnostico figura esquizofrenia). Como yo tampoco soy muy "manitas" y tardaba más tiempo que un peluquero profesional, la persona fue poniéndose nerviosa, hasta que se levantó sin dejarme que terminara mi trabajo como a mi me hubiese gustado. Pasados unos días esa persona se acerco a mi para disculparse, comentándome que era muy nervioso y haciéndome ver que no me había dejado acabar mi trabajo... Ese segundo encuentro para mi me sirvió de alegría, porque el (que es una persona que huye del trato y no quiere estar junto a nadie), había buscado la interacción conmigo y estaba analizando la realidad.

Momentos como estos me ayudan a seguir en mi trabajo, sentir que lo hacemos tiene algún sentido. Creo que aquí lo importante no es ir haciendo grandes cosas, sino que ellos, cada una de las personas a las que atendemos todos los días, sepan que tienen a alguien que les aprecia y a quien pueden recurrir en momentos de necesidad... ¡Aunque sea con pequeñitos pasos intentemos ir cambiando la situación de estas personas!...

Puedo entender cómo os sentís, porque a mi también me ha ocurrido en muchas ocasiones. Sentirme sola cuando estoy rodeada de mucha gente, puede haber a tu alrededor miles de personas y sentirte el más insignificante del planeta. Es una sensación extraña e incluso dolorosa, que te oprime el pecho, que te va dando pequeños pellizcos en el corazón, que te va cortando la respiración...

La soledad es hermosa, cuándo es uno mismo el que la busca, todos necesitamos de momentos de soledad, de nuestros pequeños espacios, de nuestras pequeñas cuevas para esconderos cuándo no queremos ser vistos, para así poder luchar contra los demonios que nos asaltan, los demonios de la duda, de la inseguridad, del miedo...

Pero esa soledad que la sociedad nos inflinge, es la que me da miedo, la que no puedo entender, la que me cuesta aceptar. Una soledad que en muchas ocasiones es sinónimo de orgullo, de prepotencia, de sentirnos superiores a los demás.

Es difícil vivir nuestra situación, es complicado llegar entender cómo os sentís, lo que pensáis, cómo lucháis contra vuestros propios demonios, es difícil ponernos en vuestra piel, aunque en algunas ocasiones creamos que estamos muy cerca de vosotros, pensamos que al compartir con nosotros vuestras vivencias, ya formamos parte de ellas, ya podemos entenderos... ¡que lejos estamos de entender!.

Nadie que no haya experimentado lo que vosotros vivís, día a día, tiene derecho a juzgar tan alegremente vuestra vida en la calle, es demasiado fácil ser juez y jurado, sin haber pasado por vuestras vidas.

Puedo entender vuestras miradas vacías, las sonrisas tristes, vuestros gestos cansados, vuestra soledad interna, que lleváis a cuesta como las tortugas llevan su caparazón, aunque sea de forma muy remota, os puedo entender, porque nosotros, "los que tenemos todo", también nos sentimos "SOLOS".

Lola (educadora del centro de día del albergue)

Otro de los talleres que se imparten en el centro de día del albergue es el taller de cerámica. Este taller está dirigido por David, que debido a los númerosos talleres que ha coordinado, controla a la perfeccción las técnicas de trabajo con barro. El mismo, desde todo el simbolismo que tiene este elemento, nos cuenta su experiencia:

Los primeros jueves de mes nos juntamos en el albergue unos cuantos atrevidos, aprendices de artesanos. Nos damos la mano, nos presentamos... nos llamamos por el nombre.

Un pieza grande de barro, como de veinte kilos, nos convoca.

Tiempo robado a una siesta merecida, a la telenovela de la primera, o mejor tiempo robado a la inercia de los días, al pasar de las horas, a la liturgia de los quehaceres cotidianos.

El barro, aparentemente vulgar y ordinario, nos da siempre una lección de generosidad. Dócil y noble, nos convoca a participar de la fiesta del compartir. Se parte y reparte el barro, como se hace con el pan.

Y como pan, el barro nos adentra en el misterio de lo que no vemos. Nace de la tierra, se moldea en todas las manos, pequeñas y grandes, torpes o diestras, se acrisola en el fuego, se oxida en el horno y al fin se eleva hacia lo alto.

Lo vulgar, se hace hermoso. El trabajo quizá se convierte en arte. Lo pesado es ahora liviano. Lo tosco, sagrado.

El barro es la vida del alfarero. Tal vez una metáfora de nuestras pequeñas vidas. El barro nos rescata del anonimato. Nos habla en singular y dejamos de sentirnos extraños. El extranjero es como nosotros. Tiene nuestras manos. El barro no conoce de manos blancas o negras. El barro es excusa perfecta para encontrarnos. La coartada perfecta para sentirnos humanos, dóciles y vulnerables. Pero también fuertes y poderosos, originales y únicos. El barro es siempre agradecido. No se merece, se regala. No exige convertirse en jarrón esbelto. Se deja hacer cuchara o cenicero, león o pájaro, culebra o insecto...

El barro, como nosotros, es todo eso y algo más, Descubrirlo es siempre una oportunidad para sabernos vivos, darnos la mano y despedirnos por nuestros nombres.

¿Qué somos en esta vida, sino peregrinos? Estamos en constante movimiento, yendo y viniendo, hoy estamos aquí y mañana, ¿quién sabe dónde estaremos?

¿Qué la vida sino un constante peregrinar?, no estamos aquí por casualidad, sino por causalidad, y aquí es dónde reside el secreto que día a día tenemos que ir descubriendo.

Somos peregrinos en nuestro camino errante, somos peregrinos perdidos en los surcos de la memoria, por los callejones de la sabiduría, por el laberinto de la emociones, somos peregrinos que buscan algo...

No, ya no buscamos la piedra filosofal, ni cómo convertir el metal en oro, eso fueron quimeras de antaño, conocimientos perdidos de otra época... buscamos la felicidad.

Misión imposible en estos tiempos que corren, ó como alguien dijo alguna vez, "el tiempo huye". Somos caminantes errantes, buscando el paraíso perdido, el cuento de hadas que nos contaron de pequeños, el mundo perfecto, ese que cuando creces te das cuenta que no existe, pero tenemos alma aventurera, y decimos que no podemos quedarnos estancados viendo la vida pasar, queremos ser protagonistas de primera fila, y seguimos buscando. Buscamos el cariño perdido de la infancia, los sueños dorados, ilusión por la vida, el amor, la felicidad al fin y al cabo.

Algunos son peregrinos de caminos y otros somos peregrinos de sendas, pero todos buscamos lo mismo, porque no dejamos de ser otra cosa más que peregrinos.

Lola (educadora del centro de día del albergue)