Durante estos días ya hemos comenzado a celebrar la Navidad…

En el centro de acogida temporal, ayer jueves tuvimos la tradicional comida para voluntarios y trabajadores del centro. Como nos recordaba el P. Juan Manuel Enrich, en la Eucaristía previa a la comida, en un lugar de paso para los más pobres de nuestra sociedad como es este centro (imagen del pesebre donde acostaron a ese Niño), celebramos el gran misterio que supone la Navidad para toda la humanidad…

En la comida pudimos compartir tiempo, bromas, experiencias… con aquellos que, aunque conviven con nosotros, las ocupaciones diarias nos impiden pararnos con esa tranquilidad a escucharnos.

Hoy he tenido la suerte de acompañar a tres personas que, tras su paso por este centro de acogida, conviven ahora en el centro de reinserción social Pati… Desde un colegio de la localidad donde se ubica el centro, nos pidieron transmitir la alegría de la Navidad a los más pequeños, siendo unos peculiares Reyes Magos… Ha sido una experiencia fantástica… Aquellos que tantas veces consideramos receptores de servicios, hoy han sido los que han aportado su granito de arena por la comunidad. Quiero considerarlo como un momento de participación dentro de su entorno. Es el principio para darnos cuenta que la aportación de todos es valiosa para la sociedad.  Si tuviéramos que evaluar esta actividad, bastaría con recordar las caras de estos particulares Reyes. Cada uno a su forma han vivido, desde la emoción del momento, que tienen mucho que decirnos…

    Hace un tiempo comenzamos con el camino de acompañar a las personas en situación de sin hogar, estar junto a estas personas para motivarles, recordarles… que es posible que cada uno podamos tomar las riendas de mi vida en este duro caminar del día a día…

    Ahora nos planteamos enriquecer este camino, intentando que las personas participen en su vida, en nuestra sociedad… Y, ¿porque no?, también en lo que nos afecta  más directamente a Cáritas, nuestros proyectos, nuestras estructuras… Lo importante para Cáritas no es hacer muchas cosas por las personas, sino hacer muchas cosas con las personas.

    Se trata de romper con la lógica impuesta de que las cosas son así porque siempre  han sido así, porque es mejor no marearnos pensando en cómo podemos cambiar las cosas… La cuestión es marearse, tambalear nuestras estructuras… Para que el otro tenga sitio en mi vida, en nuestra sociedad…

    Y en esta tarea no podemos dejar de ser objetivos. Las personas en situación de sin hogar no son unos santos, la calle es dura. En la calle se dan toda una serie de relaciones complejas, donde impera la ley del más fuerte, donde el más débil lo tiene difícil para vivir, donde el poder del grupo se impone a la persona, donde muchas veces los miedos impiden ver la realidad… Pero acaso, ¿esto no ocurre en las relaciones entre las personas que nos consideramos “normalizados”?…

    Pero esto me da miedo, me hace temer que esa “utopía” (de la que habló Tomás Moro), ese Reino que comienza en esta tierra (con el que nos ilusionó Jesucristo), pueda quedarse simplemente en “utopía” (algo que no está teniendo lugar y hacia lo cual queremos caminar), no llegando nunca a ese sueño que es la “topía”, que es hacer realidad lo que soñamos… Porque soñar sobre estos temas, nos recordaba el sábado nuestro compañero Pedro Fuentes, es importante, pero no podemos quedarnos simplemente en soñar. Hay que despertar, hay que dar la vida, no teniendo simplemente un sentimiento de empatía (llorar ante las injusticias), sino trabajar para que esas injusticias vayan desapareciendo …

    Es algo tan fácil, pero a la vez tan complejo, como decirles : “Eres importante para mi… Tus ideas, tu ilusiones, tus esperanzas (en resumen, todo lo que eres y piensas)… son importantes para mi”. ¿Por qué no intentamos entre todos hacer un mundo más solidario, un mundo donde todas las personas tengan su lugar?.